Luego de leer los pocos comentarios que me han aportado, pero muy importantes para mí, me he dado a la tarea de reflexionar en el tema.
A lo largo del proceso de enseñanza-aprendizaje, he podido utilizar la analogía para explicar determinados conceptos abstractos como por ejemplo el del modelo atómico, intentando acercar el concepto con el mayor número de características posibles al objeto. La analogía sirve para que la información sea más recuperable, incrementando el recuerdo que tenemos sobre los conceptos, ya que permite una recuperación más completa de la información relacional.
Durante ese proceso, muchos estudiantes han hecho el intento de comprender mediante sus propias analogías, esto quiere decir, que cada uno, dependiendo de sus conceptos previos puede realizar diferentes analogías.
Por ejemplo ante la pregunta ¿Qué se parece un jardín a cómo opera el cerebro?, yo podría decir que en un jardín hay variedad de especies que se interrelacionan entre sí para crear un ambiente muy característico a lo que el jardinero desea; en el cerebro tenemos diferentes zonas como la sensorial, la motora y la de asociación, ésta última comunica a las zonas sensoriales y motoras y se encargan del pensamiento, aprendizaje, lenguaje, memoria, juicio y personalidad, creando también un ambiente o características que le son propias al individuo. Y ante esa misma analogía podrían surgir muchas más.
Para la profesora, el cauce del río puede asemejarse a la profundidad de los conocimientos, para mí se asemeja por sus diversas ramificaciones que tienen un solo punto de encuentro, el mar, y para mis compañeros existe diversidad de analogías.
El cauce de un río no se forma en un instante, requiere tiempo. Es necesario que el agua pase una y otra vez, pues cada vez que lo hace se perfilan más sus riveras y su profundidad. La neurociencia explica que el aprendizaje produce en el cerebro “surcos” al igual que el agua de un río. Los aprendizajes dejan cauces, y estos se van modelando con el tiempo. Cuanto más trabajemos con un grupo de conocimientos, habilidades o destrezas más indelebles serán estos, pues los “surcos” serán más profundos.
El pensamiento de Shakespeare, indica que la necesidad de aprender es algo que el ser humano tiene desde su nacimiento y hasta su muerte, es parte de la condición humana. El deseo de explorar, investigar su entorno y modificarlo es parte de la naturaleza humana. El docente debe aprovechar este hecho y utilizarlo como base en la motivación en los procesos de enseñanza-aprendizaje.